lunes, 6 de diciembre de 2010

Historia

Uno de mis primeros cuentos.

En el Olvido

Amiga, ¿Estás ahí? - preguntó una voz entre sollozos.
El silencio se hizo partícipe en este cuadro, repleto de esculturas quietas, mudas, insensibles.
De espalda a la pared veo todo lo que ocurre en mi papel de narrador omnisciente, puedo prever los actos de los personajes que se batirán a duelo para alcanzar la gloria del protagonismo de un cuento que se sumirá en el más oscuro y recóndito de los lugares.
Detallar sus ocurrencias, sus pensamientos, sus debilidades y sus sentimientos.
Podría contar un sin fin de historias pero todas terminarían iguales, la muerte, la felicidad, la angustia, el sufrimiento; las acabaría relatando yo, con sumo detalle.
De la habitación resurge un sonido, campanadas de medianoche, taladrando los oídos de quienes se encuentran cerca de aquel viejo campanario de Londres, gigante, conocido, escrito, descrito.
No hace falta que se diga más, con la quinta campanada todo comienza a adoptar un aire familiar, antiguo, especial.
Aquí se sitúa la historia, en la Sala de Recuerdos Vacíos, que solo perduran en esta habitación ya que han sido olvidados por sus propietarios.
Ahora mi trabajo es contar sus sentimientos, pero al ser estatuas sin vida, jamás podrían tenerlos, ni con la quinta ni doceava campanada del renombrado campanario.
- Déjate de tonterías Louisiana - Chilló un niño fuera, a él pertenecía la voz que rompió por vez primera el silencio en la sala.
El ruido externo se intensificó, pero la habitación seguía sumida en el silencio.
Me abalancé a una silla de madera antigua y demasiado frágil, pero no le di importancia, porque yo en aquel lugar peso tanto como una pluma, mi cuerpo semitransparente deja entrever los detalles, flores labradas en el respaldo color caramelo, el asiento en si tenía una indescifrable armonía con el lugar olvidado.
El crujir de una de las tablas del recinto me alertó de que no estaba solo, alguien se acercaba a pasos agigantados por el corredor.
- Louisiana, ven aquí, yo ahí adentro no me meto - dijo a gritos el muchachito que se encontraba en la calle cerca de la estación de trenes.
- Johnny, vamos, no seas miedoso, con 16 años y tan asustadizo - se rió la niña - esto se lo tengo que decir a todos mis amigos en Estados Unidos, el gran John Fanning le tiene miedo a una habitación cerca del tren -de inmediato se puso seria - Johnny, haz lo que quieras pero después no llores cuando los chicos de Los Ángeles te digan marica.
Sentí que algo surcaba el aire, hasta terminar golpeando a una mesa con mucho sentido para mí. Me entristecí, pero no bajé la guardia, seguía bien atento a sus palabras.
- Anda, que te guíe tu abuela entonces por las calles de Londres - y dicho esto, John Fanning se marchó dejando sola a su amiga en el recinto silencioso.
La joven siguió adelante sin afectarle en lo más mínimo que su amigo de intercambio no la acompañase.
Ella era, por lo que podía aventurar, alguien valiente y testarudo, no había quien la parase cuando se proponía algo, ni su amigo, ni un aviso de "No entre" en la puerta del edificio.
Cuando abandonó el largo pasillo y se adentró en la Sala de Recuerdos, mis ojos inexistentes vieron su profunda belleza, oculta detrás de esas cicatrices. La chica, Louisiana, de contextura menuda y ojos color avellana, vestía un buzo deportivo de los Ángeles Lakers, unos pantalones viejos de Jean y lucía el pelo ondulado color negro azabache suelto, le llegaba hasta la cintura.
Sentí que de ella emanaba miedo, le asustaba La Sala de los Recuerdos Vacíos. Que diferente era como yo veía ese lugar, mi santuario personal.
Sus blancas paredes sin ventanas eran mi pedacito de tierra, mi lugar para pensar y retraerme junto a los miles de artefactos, nuevos y viejos que fueron abandonados.
El lugar estaba construido en el centro del Viejo Londres, aunque ahora con las nuevas reformas quedara fuera del gentío; Allí dentro yo tenía mis posesiones más preciadas, mi silla Luís XV en la que estoy sentado, un cuadro que creo fue pintado por Goya, aunque nunca me he dispuesto a averiguarlo y la mesa de cedro antigua hecha a mano y maravillosamente labrada que ese chico destruyó sin pensarlo.
Algo me hizo salir de mis ensoñaciones. Allí, frente a mi la niña se alejaba del lugar para no regresar jamás.
Aquel mequetrefe con lentes y pelo aplastado color rubio, engreído hasta donde yo puedo apreciar, de ojos insulsamente azules; de seguro de alta alcurnia, ya que vestía elegantemente, el lado opuesto de la intrusa del salón de recuerdos.
Me levanté de mi silla y atravesé la habitación sin hacer el menor ruido, traspasando las reliquias cuyas historias me fueron confiadas.
- ¡No! - de mi garganta surgió un ruido, imparable y afilado como dagas, mi voz perforando mi cuerpo invisible. Imposible parar ahora, tenía la atención de mi visitante. - No te vayas.
Instintivamente me retraje, no debí haberme delatado, mil años de silencio contando historias para ahora perder mi anonimato.
No tengo la más remota idea de por qué quería que ese ser tan entrometido se quedara en mi morada; tal vez necesitaba dejar de aprisionar mi esencia al no dialogar con ser vivo alguno desde que tengo memoria.
Mi sacrificio, mi recompensa; contar la vida y obra del mundo y sus habitantes, precisaba un confidente.
Me percaté de que la niña miraba fijo hacia donde yo me encontraba, contuve el aliento el mal ya estaba hecho.
- ¿Hola? - tartamudeó mi interlocutora desde la puerta de madera - ¿hay alguien ahí?
No respondí, intentado lograr que la joven creyera que mi voz era una alucinación. La ví acercarse, tratando de percibir cualquier sonido por pequeño que fuese. Ella no sabía que mi inexistente cuerpo al rozarse con los muebles no haría el menor ruido.
No sabía que hacer ni a que enfrentarme, el miedo carcomía mi fino autocontrol al punto de desear entablar una conversación con esta intrusa.
La niña se acercaba más y más, a cada paso me sentía desfallecer. Cuando nos encontramos a menos de medio metro de distancia, noté que no podía controlar la situación, me desmoroné.
- Aquí - dije en un susurro, deseando con todas mis fuerzas tener el valor para seguir con mi plan.
Percibí como tragaba compulsivamente incapaz de creer lo que se presentaba ante ella.
Me di cuenta de que mostrarme no haría mayor daño.
Titubee, una incógnita reinaba en mi mente; cómo podría expresarme para que una simple humana comprendiera mi propósito. Más aún para que entendiera mi destino en el mundo y mi eterna gratitud para con la Sala de Recuerdos Vacíos.
No podía, simplemente no era realizable la tarea. Estaba imposibilidato por mi propia existencia. Mi escencia me impedía mostrarme, aunque no había nada en este universo que puediera demostrar cuanto quería hacerlo. Me sentía expectante de la lucha entre dos partes tan ajenas a mí como lo material y algo intangible como lo es el alma. ¿Qué? ¿El alma? ¿Yo era una alma? Nunca me lo había planteado...esa posbilidad hacía que nos alejáramos aún más, para mi eterna desgracia.
Levanté mis ojos, o algo parecido, y la ví alejarse...¿De qué me había perdido? ¿Qué pasaba? ¿Cómo...? Mi mente se atontaba, mi esencia se sentia morir, mi voz se hacía profunda, la voz de mi alma se apagaba y ella no paraba de alejarse.

-No. No... NO! No te vayas, no lo hagas, no, no...Por favor.

Su teléfono había sonado, podía sentir aquella estúpida música proveniente de quel artefacto endemoniado, Parpadeó instintivamente saliendo de sus cavilaciones, atendió el móvil. Una voz susurrante se escuchaba desde el teléfono celular, mientras la chica seguía alejándose del salón. Alargué la mano para detenerla pero esta atravesó su cuerpo.
La vi volverse e irse, mientras una sensación de picor recorría la extensión de mi invisible cara, lágrimas imposibles pugnaban por salir de mis ojos.
Ella nunca regresó y yo nunca la esperé. Sabía que mi oportunidad había pasado y que no volvería, igual no deseaba lamentarme.
El tiempo seguirá pasando y conmigo seguirá el recuerdo de aquella joven que ingresó en la Sala de Recuerdos Vacíos.

Es bastante vieja, del verano 2008/2009. Nunca la mandé a ningún concurso. Pero me gustaría que comentasen a ver que opinan de ella.

1 comentario:

  1. Hola , verás , esque me acabo de pasar por tu blog y me parece genial , me encanta la manera en la que dejas fluir tus pensamientos barra ideas de esa forma , te felicito. No te voya poner mi link de mi blog debajo de este comentario ni nada parecido , es simplemente que me ha parecido que , no hace falta hacer ese tipo de "trueque" que tanto se lleva. Si te apetece pasarte , pásate (;
    Un beso.

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